lunes, 15 de junio de 2009
DIA DE SAN ANTONIO
Acabo de “aterrizar en este Madrid de mis amores” procedente de mi pueblo natal de SALCES en Campoo y con el ánimo a rebosar por la vivencia en vivo y en directo de los festejos allí programados con motivo de la celebración del Santo Patrón San Antonio de Padua.
En mi caso se da también la circunstancia de que San Antonio, aquí en Madrid, tiene para mí igualmente connotaciones muy especiales: En su ermita contraje matrimonio y en ella se bautizaron mis tres hijos.
Por todo ello quiero reflejar una pequeña pincelada sobre este santo cuyo verdadero nombre era Fernando, nombre que cambió al hacerse franciscano a los 27 años de edad.
Nacido en Lisboa en el año 1195.
A los 17 años ingresó en un monasterio de monjes agustinos Predicó en Italia y Francia en donde consiguió grandes frutos, especialmente en Padua, ciudad universitaria donde fijó su residencia.
Murió muy joven, a los 35 años de edad, el día 13 de junio de 1231.
PINCELADA MADRILEÑA:
En este día de San Antonio, se celebra en Madrid una de sus verbenas más importantes La verbena de San Antonio de la Florida, en torno a una de las ermitas que cuenta con mayor cariño popular y castizo, además de su valor histórico.
Fué construída en el año 1.792, en un lugar tranquilo, en aquella fecha, y con muchos árboles a la orilla del río Manzanares, en el camino que conducía desde Palacio hasta el Real Sitio de El Pardo, decorada por Francisco de Goya, en cuya bóveda plasmó uno de los milagros de San Antonio, que hizo que se levantara de su tumba un hombre que había sido asesinado, para que salvara con su declaración a Martín de Boullón, padre del santo, a quien habían culpado del asesinato siendo inocente.
El milagro, se había producido en Lisboa, pero Goya lo plasmó como ocurrido en Madrid y las gentes que contemplan la escena milagrosa, eran tipos reconocibles de la vida real madrileña de la época. Esta circunstancia, dió motivo a que los madrileños acudieran a la ermita a contemplar el cuadro, con tanta concurrencia que con el tiempo se convirtió en una popular verbena.
Posteriormente, las modistillas madrileñas convirtieron a San
Antonio en su patrón e intercesor en sus abatares amorosos, ofreciendole cada año sus alfileres de trabajo en emotiva ofrenda, para lo cual echaban los alfileres a la pila del agua bendita, luego metían la mano y la apoyaban sobre los alfileres con la esperanza de que alguno de ellos se quedara prendido de la palma de la mano, lo que suponía que San Antonio había escuchado sus peticiones y pronto se verían favorecidas con un buen novio.
Esta popular escena de los alfileres, se ha hecho tradición y en la actualidad sigue vigente con toda su emoción y colorido festivo, junto a la bendición de los panecillos de San Antonio, que después se reparten a través de una ventana de la ermita.
Este lugar, es también conocido como La Bombilla, y es una de las zonas más castizas de Madrid, en cuyos alrededores se halla la Fuente de la Teja, lugar de tradición carnavalesca en donde se efectúa el tradicional entierro de la sardina, el miércoles de Ceniza.
San Antonio de Padua, es también conocido en Madrid como San Antonio el guindero, recordado y venerado por la tradición en memoria del hecho ocurrido en el s.XVII, cuando un hortelano subía con su borrico cargado de guindas por la Cuesta de la Vega, de inclinada pendiente, resbaló el animal y toda su fruta cayó al suelo. Cuando el buen hombre se apresuraba a recoger, con grandes apuros y muchas prisas y entre invocaciones a San Antonio, sus guindas que rodaban veloces por la pendiente, acertó a pasar por allí un fraile que le prestó ayuda.
El frutero, en agradecimiento, quiso regalarle una cesta de la sabrosa fruta, que el fraile denegó, pero ante la insistencia del buen hombre, le dijo entonces que se las entregara en la iglesia de San Nicolás.
Al día siguiente, el hortelano, se fué a la iglesia a cumplir con su compromiso y fué entonces cuando comprobó que allí no había ningún fraile, pero sí pudo ver con toda claridad un cuadro de San Antonio, y pudo comprobar que era la mismísima imagen del fraile que le había ayudado a recoger sus guindas.
La tradición sigue recordando el milagro el día 13 de junio en la iglesia de Santa Cruz, guardiana del cuadro citado. Allí se reparten pequeñas bolsas de guindas a los feligreses que acuden a la ceremonia, las cuales, dan prosperidad en la casa de quien las consigue.
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