Creo que no hace falta decir que este dulce típico de Reyes, es un bollo de tipo anular, con adornos, de pasta esponjosa y que oculta una sorpresa en su interior, como prenda de buena suerte al afortunado que lo encuentre.
Nos dicen los expertos que esta tradición tiene su origen en tiempos muy remotos y lo fijan en la época de los romanos, cuando por esta fecha del año celebraban sus "saturnales", grandes fiestas en honor de Saturno, el Dios del Tiempo, en la que se elegía, por suerte, un "rey de la fiesta".
Posteriormente, en la época cristiana, la iglesia transformó aquel sentido pagano que tenía y le dió un sentido cristiano y fiesta familiar en la que se elegía, también por sorpresa "el rey de la casa" por un día. Para lo cual, se introducía una sorpresa en una especie de roscón (desconozco la forma).
También nos dicen que la costumbre del pastel de Reyes, muy extendida en Europa, se conoció en España a través de los soldados repatriados de Flandes, y se hizo más popular con la llegada de Felipe V.
En Madrid, esta tradición está muy arraigada y hubo un tiempo en que la sorpresa era una haba y por ello al que le tocaba se le dió en llamar el rey del haba, que luego la picaresca popular lo transformó en el dicho despectivo y quizás insultante de: el tonto el haba.
Entre las muchas anecdotas, cuentan las viejas crónicas que allá en el siglo XVIII, un pastelero aragonés, hizo un roscón para los Reyes de España y metió en él un doblón de oro, con la afirmación agregada de que si le tocaba al soberano éste tendría un reinado muy esplendoroso.
El alcalde de Madrid, desde hace varios años promociona la elaboración de un roscón gigantesco que se reparte en la Puerta del Sol, y por el momento el record está en un roscón hecho en 1.996, de 1.200 kg y 18 metros de circunferencia.
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